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¿Cómo prepararse frente a un rebrote de coronavirus?

Los científicos alertan de rebrotes periódicos de coronavirus y las farmacias deben estar preparadas para afrontarlos. Sin embargo, la experiencia adquirida durante la primavera y los pequeños rebrotes locales de verano es una garantía de que lo van a estar. Se trata, al fin y al cabo, de no dejarse llevar por el pánico y al mismo tiempo no bajar la guardia.

La situación es muy diferente a la de la primavera, porque entonces no se hacían tests y el virus se propagó a sus anchas. Ahora, a pesar del margen de mejora, la mayoría de positivos se detectan, se aíslan y se hacen pruebas a sus contactos estrechos, que también se aíslan por precaución. El reto es no dejarnos llevar por una falsa sensación de seguridad y poder seguir trabajando para que la situación no se descontrole.

Acciones para evitar un rebrote

En primer lugar, debemos tener claro que a pesar de que el inicio del nuevo curso escolar y el retorno parcial a la presencialidad los contagios se han incrementado, es un riesgo latente que debe saberse gestionar. Los contagios no pueden evitarse totalmente, pero todas las medidas tienen que servir para que se produzcan de manera progresiva, sin colapsar los hospitales y afectando lo mínimo posible a los colectivos más vulnerables.

1- La gran importancia del papel de las farmacias en la sensibilización de la ciudadanía y la importancia de protegerse cotidianamente.

Las farmacias deben transmitir que es importante utilizar la mascarilla siempre que se esté cerca de alguien y que incluso cuando se comparte una comida con alguien es mejor llevarla poco rato que sacársela de entrada: el riesgo de contagio existirá, pero será más reducido que si no se lleva mascarilla en ningún momento.

Los profesionales de la farmacia no deben dar ninguna información por sabida y es conveniente indicar para qué sirve cada una de las mascarillas.

También es importante explicar, incluso con carteles, que la nariz debe quedar tapada por la mascarilla.

2- Solucionar dudas para prevenir el virus en cualquier situación.

Más allá de fomentar el buen uso del material de protección básico, la farmacia también debe aconsejar a los pacientes sobre cómo lavarse correctamente las manos, qué precauciones tomar en situaciones más concretas o cómo desinfectar las superficies.

3- Agrupar, sintetizar, esclarecer y dar a conocer todas las medidas impuestas por la administración en un territorio concreto.

A pesar de que en esta misión los medios de comunicación pueden ser de mayor importancia, sería muy útil que la farmacia también contribuyera a dar a conocer cuáles son las limitaciones exactas en la zona concreta donde se localizan.

Desde el número máximo de personas que pueden reunirse hasta qué actividades se permiten y cuáles no, lo cierto es que, como cambian con frecuencia, los ciudadanos pueden estar desorientados y hace falta recordarles las medidas con claridad siempre que se pueda.

4- Mantener el espacio desinfectado y garantizar las medidas de seguridad en el interior.

Puesto que es un espacio frecuentado por personas de colectivos de riesgo, debe multiplicarse el esfuerzo en limpieza y desinfección y se debe asegurar que se respetan las distancias de seguridad.

Es importante concienciar al personal para evitar que se relaje y tener siempre presente las precauciones con las que funcionaba la farmacia durante el peor momento de la pandemia.

5- Contribuir a detectar casos positivos.

El personal de la farmacia es capaz conocer cuáles son los síntomas del coronavirus para contribuir a detectarlo y debe recomendar a los posibles positivos aislarse, contactar con las autoridades y solicitar hacerse el test.

6- Garantizar el suministro permanente de los materiales de protección.

A pesar de que ahora parece obvio, hace falta recordar la dificultad que se tuvo para conseguir tener material de protección durante las primeras semanas del confinamiento. Una situación así no se puede repetir y es imprescindible poner todos los esfuerzos para seguir con el suministro.

Si a pesar de estas acciones, los contagios se descontrolan, no quedará más que extremar las medidas de seguridad dentro de la farmacia y potenciar la atención no presencial, siempre que sea posible. Los farmacéuticos deben conocer la evolución de la pandemia en todo momento y estar atentos a las indicaciones de las instituciones sanitarias.

Las farmacias no cerrarán nunca excepto si todo el equipo se contagia, pero deben reorganizarse para garantizar la atención en función del nivel de presencialidad que pueda permitirse en cada momento.

1- Planificar cómo va a funcionar la farmacia en distintos escenarios. 

A pesar de que con toda probabilidad se tendrá que improvisar, para hacerlo bien es necesario haberlo intentado planificar antes. Se debe tener en cuenta que si las administraciones recomiendan a las personas vulnerables no salir de casa, la farmacia deberá reforzar el servicio a domicilio (siempre que el marco legal lo permita) y la atención telefónica o por videollamada.

Sin embargo, ambas cosas ya se deben garantizar actualmente, teniendo en cuenta que hay pacientes que hacen cuarentena en casa por haberse contagiado o por haber estado en contacto con positivos por coronavirus.

El personal de la farmacia debe evitar al máximo el contacto con los pacientes, pero también con los propios compañeros, por lo que se recomienda que haya grupos de trabajadores estables y que no se mezclen entre ellos. Si se tienen que hacer llegar muchos pedidos a domicilio, es mejor que lo hagan unos mismos trabajadores y que tampoco entren en contacto con los que atienden presencialmente en la farmacia.

Es importante tener un plan por si el personal (todo o una parte) se tiene que aislar y reconducir a los pacientes a otras farmacias si finalmente la farmacia cierra.

2- Mantener a los pacientes informados en todo momento de los cambios en la atención y los horarios de la farmacia. 

Los pacientes también deben ser conocedores de los cambios en los horarios o en la presencialidad del servicio. De hecho, para evitar la sensación de improvisación, es mejor informar incluso de los distintos escenarios en los que trabaja la farmacia.

Si se prevé que algún servicio pueda tener que suspenderse temporalmente por reorganización del personal, también debe indicarse.

Las comunicaciones de este tipo pueden hacerse a través de las redes sociales, pero también debe pensarse cómo llegar a las personas mayores o sin acceso a Internet.

Es interesante aprovechar los momentos en que la situación permita que los pacientes de riesgo se trasladen a la farmacia para ofrecerles la posibilidad de dejar un teléfono de contacto y anticiparse a momentos peores.

3- Adaptar las normas dentro de la farmacia en función de la situación.

Reducir el número de personas dentro de la farmacia y el nivel de contacto entre trabajadores y entre pacientes y trabajadores es otra de las medidas que se deben tomar si la situación se descontrola.

El acceso a los productos de las estanterías debe restringirse si la pandemia se agrava, a pesar de que, si no es muy molesto por la estructura de la farmacia, evitar que los usuarios revuelvan los productos nunca está de más.

4- Tener como referente el funcionamiento de la farmacia durante el confinamiento.

Si la situación empeora, se debe tener como referente las medidas de prevención que se tomaron durante el confinamiento y cambiar lo que no funcionó bien.

Sin embargo, en ese momento la excepcionalidad permitió que el Ministerio de Sanidad autorizara la dispensación de medicamentos de diagnóstico hospitalario y la entrega a domicilio de medicamentos con receta en el caso de personas vulnerables.

Debemos tener en cuenta, por tanto, que, en función de la intensidad de la pandemia, el ministerio puede aumentar o reducir las atribuciones de las farmacias.

5- Multiplicar el cuidado a las personas de riesgo para reducir las visitas al hospital.

En el caso de que los hospitales se saturen, la farmacia deberá aumentar el acompañamiento a los colectivos de riesgo para que vayan solo cuando sea estrictamente necesario, a fin de que no se saturen más y de reducir la posibilidad de que se contagien.

Los farmacéuticos seguirán siendo la primera línea contra el virus y deberán adaptar su actividad a las necesidades de la sociedad en cada momento de la pandemia. Las funciones actuales de las farmacias deben seguir desempeñándose con todas las medidas de seguridad para evitar que los contagios se descontrolen, pero además cada establecimiento debe elaborar de antemano un plan para adaptar su actividad si la situación empeora. Es importante, además, que los cambios en la atención se comuniquen correctamente a los pacientes.

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